viernes, 14 de agosto de 2009

RESPONSABILIDAD SEXUAL ANTE EL CUERPO

La Revelación proporciona una gran luz sobre el sentido del mundo entero y, en concreto, sobre el sentido del hombre. La narración bíblica insiste en manifestar que todo lo creado es bueno, pero al referirse al hombre hace tres precisiones importantes: primera, que ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1, 26); segunda, que su creación es vista por Dios como muy buena (Gén. 1, 31); y tercera, que en el ser humano hay una diferenciación entre hombre y mujer: Dios creó al hombre a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó (Gén. 1, 27).
El relato es conciso pero rico en contenido. Se puede decir que el hombre es cuerpo visible como el resto de la creación, pero que al mismo tiempo se diferencia esencialmente del resto de ésta por su especial semejanza con Dios. Esta semejanza divina le viene dada por la espiritualidad. El hombre es cuerpo pero es, fundamentalmente, persona.
Por otra parte, el cuerpo humano se diferencia en dos formas diversas: hombre y mujer. Ambas expresiones de la corporalidad humana se complementan y enriquecen mutuamente. Así lo expresa Adán al contemplar a Eva por primera vez y captar que ha superado la soledad o diferencia específica con todos los demás seres que le rodean: "Esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gén. 2, 23). El designio divino al crear la diferencia de sexos se manifiesta al decir: "No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él" (Gén. 2, 12), con lo que el hombre supera la soledad originaria, y al decir también: "Procread y multiplicaos y henchid la tierra; sometedla y dominadla" (Gén. 1, 28), con lo que manifiesta el fin primordial de la sexualidad.
El hombre y la mujer son personas, participantes de la espiritualidad divina, con una corporalidad que les permite una comunión especial entre ellos. Esta comunión será de espíritu y cuerpo. En una comunión de vida y de amor. A través del cuerpo transmiten la vida a otros seres humanos, y por la comunión del espíritu se aman con un amor que les enriquece mutuamente, y les acerca a Dios, que es Amor.

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